Muchas personas están muy calladas ante lo que están viviendo. El miedo a la crítica, la condena, a ser visto como un «ista» por el grupo hace que muchos callen y sufran en silencio sin poder verbalizar lo que piensan y lo que sienten.

Para aquellos que no puedan o deseen verbalizarlo en voz alta, el recurso al diario personal o a escribir en folios que luego quemaremos o quizás guardemos es una de las viejas soluciones tan terapéuticas y sanadoras que se han usado desde hace mucho tiempo.
Personalmente escribo desde que tengo uso de razón. Unas veces fueron diarios, otras veces papeles que escondía por mi casa reflejando las injusticias que percibía se cometían contra mí, buscando quizás algún defensor futuro que pudiera leer cómo me sentía puntualmente en mi vida de niña y de adolescente.
En otras ocasiones eran mis grandes amigos en la otra punta del mundo a quien escribía largas cartas con mi sentir… el caso es que siempre me he servido de la escritura para poder dar rienda suelta y salida a lo que siento.
En estos momentos, en casa, hablo horas con mi pareja sobre la situación actual. Lo miramos por todos los ángulos posibles, expresamos cómo nos sentimos. Encuentro que todo ello es terapéutico. Tenemos y somos el uno para el otro testigos conscientes amorosos y respetuosos de cómo pensamos y sentimos y ello va sanando las emociones que afloran frente a lo que vivimos y que no siempre entendemos.
Os invito a que busquéis formas de expresaros, aquellos de vosotros que optáis casi siempre por callar ante el temor de hacer daño o de ser incomprendidos, juzgados, abusados verbalmente por opinar diferente a la mayoría de los grupos a los que pertenezcáis.
Si no tenéis amigos lejanos a quien escribir… ¿qué tal un amigo imaginario? Si crees en Jesus, Yeshua, ¿por qué no le escribes? o Quien sabe, quizás al Buda?…o a un ancestro tuyo… o a tu yo futuro…
Sea como sea, exprésate… no «introyectes» que es hacer una proyección inversa en la que te tragas todo lo que no logras digerir de la realidad distópica que vivimos.
Bendiciones
Barbara Meneses