Cuando estuve en la Guerra del Golfo en 1990-91, circulaban profecias semi clandestinas que se distribuían como pasquines en las mezquitas de Jordania. Alguna de ellas quedó en el suelo, mancillada por una lluvia repleta de ollín.

Para los periodistas extranjeros en aquel país donde nada sucedía realmente pero estaba en medio de naciones en posible tensión, encontrar temas para escribir todos los días y justificar así su presencia periodística de cara a sus jefes en las redacciones europeas y asiáticas, era todo un desafío.

Recuerdo que algunos llamaban a mi puerta en el hotel en Amman donde me afinqué esperando poder entrar en Bagdad antes del fin del ultimatum de enero 1991 cuando estalló la guerra, y me decían con cierta desesperación y sequía creativa:

-Bárbara, ¿sobre qué vas a escribir hoy?

Y yo sonreía sujetando mi pequeño papel escrito en árabe manchado de lluvia y suciedad con …. la última profecía sobre un Saddam Hussein mesiánico que venía a liberar al mundo árabe del yugo occidental…

Hoy muere el Papa, se disparan las profecías del fin del mundo, el nombre de Malaquías resuena en los ecos de una historia que pasó por las manos de Felipe II…

¿Y qué nos dice todo eso?… gentes que esperan en silencio un fin a la locura, a la sin razón de un mundo injusto, cruel, desalmado…

Y yo, más cerca hoy que nunca de mi alma, me pregunto…

-¿No será acaso que la respuesta a todas esa profecías que esperan un final… es más bien que  nos atrevamos todos a vivir desde el alma, como seres encarnados que por fin osan vivir desde la valentía de la belleza vulnerable de su Ser?… ¿No es acaso ya el momento de mirarnos realmente a los ojos, siendo plenamente quienes somos, caídas por fin las máscaras, enterrados los egos, desplegando nuestras alas?

¿Es  acaso el fin lo que realmente clamamos con desesperación o es más bien el grito desgarrado de nuestras almas, hartas de esperar que las encarnemos en Verdad, en Belleza en Pureza?

Encarnemos.

Barbara Meneses
www.purapresencia

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