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Imaginaos un escenario en el que Dios nos deja en un espacio-tiempo por unos años que pueden ser miles, cientos de miles, millones. Nos deja a nuestras anchas, nos da libre albedrío y nos deja hacer.
Él sigue con nosotros como un “whisperer” un soplo de inspiración divina y nos acompaña si se lo pedimos y nos abrimos a recibir su ayuda.
También respeta a quienes no desean su ayuda y les deja a sus anchas.
Pasa el tiempo determinado y acordado y Dios “regresa” oficialmente por así decirlo para ver cómo está el estado de cosas, qué hemos hecho con el tiempo, el espacio y los recursos. Qué creaciones hemos emprendido, qué ha pasado.
Se encuentra que nos hemos “torcido” nos hemos desviado de nuestra naturaleza verdadera, nos hemos dejado influir por fuerzas nocivas ajenas a nosotros que se han convertido en nuestros nuevos “whisperers” nuestra fuente de inspiración nociva.
Ve guerras, destrucciones, matanzas, genocidios, violaciones, torturas, canibalismo, crueldad a diestro y siniestro.
Ve estructuras políticas, económicas, sanitarias, militares, religiosas, totalmente pervertidas, organizaciones internacionales basadas en palabras bonitas que no reflejan después la realidad de sus buenas intenciones. Ve desigualdad, desequilibrios y miserias entre las naciones, juegos económicos con los recursos y materias primas de los países más desfavorecidos para empobrecerles aún más bajo normas, acuerdos de deudas impagables que sofocan más y más a esas naciones y a sus gentes,
Ve riqueza indecente, acumulación masiva de recursos en manos de unos pocos y una gran mayoría de población sofocada por la administración, las leyes, normativas, obligaciones contractuales, hipotecas y deuda personal, familiar, social que impide que la gente levante cabeza y solo piense en trabajar para llegar a final de mes, sin tiempo para darse cuenta de que están atrapados en una rueda de esclavitud tejida entre bambalinas por unos pocos conspiradores que gobiernan en la sombra todas las naciones del mundo.
¿Qué hace Dios ante esto?…
Nos acompañó a quienes le pedimos que lo hiciera, y nos vio morir en las arenas romanas siendo cristianos. Nos vio ser quemados en las hogueras siendo cátaros, nos vio siendo un místico sufí sacrificado por sus celosos alumnos, estuvo con nosotros cuando fuimos corazones valientes en escocia y morimos dando nuestra vida por principios honrosos… Nos vio siendo mujeres herbalistas ayudando a las poblaciones con nuestros brebajes para ser quemadas como brujas solo porque nuestras propiedades serían así repartidas por esos piratas demoniacos que generaron las múltiples inquisiciones que han asolado el planeta, no siempre bajo ese nombre sacro-santo.
Dios nos acompañó, nos inspiró, nos dio fuerzas, nos cogió de la mano en medio de todo ese sufrimiento que fue el nuestro y el SUYO.
Y ahora ¿qué hace?
Ahora ha acabado ese enorme ciclo de tiempo en el que nos ha dejado jugar al libre albedrío y ahora viene oficialmente a ver qué hemos hecho con nuestra libertad. De Qué forma hemos obrado individual y colectivamente. ¿Empleamos bien nuestras libertades?.. Nuestros recursos? ¿O al contrario los utilizamos para enriquecernos en contra de nuestros HERMANOS porque era MAS FÁCIL robar que trabajar honradamente, MAS RAPIDO y CÓMODO, robar que no esperar al tiempo y maduración natural del fruto de nuestras acciones?… MAS FACIL matar que no asumir las consecuencias de las acciones propias. MAS SENCILLO proyectar y acusar al inocente que asumir la responsabilidad propia?…
¿Y si todo esto que estamos viviendo, no es más que el destape, la corrida de velos del escenario de la Vida, dónde Dios nos dejó interpretar nuestros roles y papeles en función de nuestro libre albedrío…?
¿Y si todo lo que venga después tiene directa co-relación con cómo obramos durante todos estos cientos, de miles de años en los que disfrutamos del libre albedrío?…
¿Y si Dios ha venido a rescatar a su gente, atrapada por los velos de las mentiras y los engaños con los que fuerzas oscuras violando el libre albedrío y el juego limpio poseyeron bajo engaño a los hijos de Dios?…
uh? eh? Oh?…
Lo que no recordamos apenas ninguno es que eso que llamamos Dios… Somos nosotros, en nuestra esencia verdadera… ¿Qué harás cuando tu propia esencia verdadera te revele a gran escala el fruto de tus acciones nocivas para ti mismo y para los demás?
Que tiemble quien tenga que temblar.
Bendiciones
Barbara Meneses